Recuerdo una mañana en que me desperté con la misma depresión constante acerca de ELLA. Eran cerca de las 7 am, me imagino, iba a alistarme para ir a un barrio pobre de mi ciudad capital para dar clases de matemática a niños ricos de corazón, cuando, de repente, mi TV me mostró la imagen infantil mas ausente en mis recuerdos.
Era un capítulo de Winnie The Pooh, un capítulo común y silvestre de tantos, pero aquel que me hizo entender cual iba a ser el
leit motiv de mis días venideros.
Historia
as simple as it is:
Conejo, jodido as usual, se hizo fiel compañero de un pajarraco (una pajarraca, para ser más exactos y no atentar con el real imaginario de los menores). Eran, lo que llamaría el común de los mortales, una parjea bonita, una amistad de aquellas.
Pero resulta que el mundo de Pooh es más real que imaginario, o al menos eso te hacen creer. Ya llegaba el invierno, con su frío, con su blanco, con su gringo con casaca y su oso con chalina.
Ergo la migración de las aves.
Ergo la migración de la pajarita.
Ergo adiós amigos.
Escenas subsiguientes obvias: Conejo molesto, conejo renegón, conejo solitario, contemplativo, triste, molesto otra vez, esquivo, etc.
And so on...
Lo
infantil hubiese sido que la pajarita, se quede, haciendo feliz a su amigo (estoy seguro que por ahí paso algo más...), y al resto de compañeros... Por suerte la realidad en el mundo de Pooh es otra, cruda, quizá fría (con tanta nieve, debe hacer frio...), pero un poco más real que los sitcom estilo
Full House.
La pajarita, después de una gran conversación con el conejo ("
Tenemos que hablar."), le hizo entender que ella no podía quedarse en un clima tan inapropiado para si misma, que por mucho esfuerzo que haga, si se quedaba su destino seguro era la muerte (
"La verdad, yo te quiero mucho pero..."). Y otra vez conejo molesto, rabioso, solitario, esquivo, otra vez conejo.
("No me hagas más daño.") Así la pajarita se fue. Y conejo, otra vez conejo, otra vez.
Pajarita volvió (a los 15 segundos, hora Pooh) y se despidió. Conejo alegre, decidido, confiado, una negación de conejo. Como se supone, pajarita no volvió para quedarse, sino para despedirse como debe hacerse
("¿Quedamos como amigos?"). Conejo asume, la vida es así, que le vas a hacer, total igual la quieres... ¿la quieres?...
¿¿¿Cuando sucedió eso???
Fin de capítulo: Conejo, al pie de un barranco, mirando el horizonte, viendo la línea imaginaria trazada por el ave aquella que se robó su corazón y cariño. (
"Nosotros que nos quisimos tanto".).
¿Moraleja?
Muy simple, si quieres mucho a alguien... y te pide irse, déjalo ir. Esto te va a hacer daño, pero no te matará. Valiosa lección para enamoradizos fáciles como éste, su humilde narrador.
Y no permitir que me coman el coco
esas chungas movidas de croatas y serbios,
ir por la vida al borde de un ataque de nervios
con faldas y a lo loco...
Disculpen el sabinismo crónico, pero he sido afectado de por vida en estos días. En un próximo post hablaré del asunto.
